Corrección de Afonía
Era una noche como cualquier otra en la tranquila casa familiar. Mi mamá había salido a cenar con sus amigas, dejándome a cargo de mi hermanito y una amiga que había venido de visita. Estábamos pasando el rato en la sala, charlando y riéndonos, cuando de repente sentí una extraña sensación, como si algo me instara a revisar la puerta de entrada. Al asomarme, vi a un hombre con botas pesadas pateando el portón, seguido de otros cinco individuos. La adrenalina recorrió mi cuerpo y traté de advertir a mi amiga en voz baja, pero por alguna razón, las palabras no salían de mi boca. Mientras tanto, ella seguía hablando y riendo sin percatarse de la situación. El sonido de un golpe me hizo entrar en pánico: los ladrones ya habían entrado en la casa. Logré comunicarle a mi amiga que bajara el tono de voz y le pedí que buscara a mi hermano, quien estaba durmiendo en su habitación. Nos encontramos atrapados en la cocina con uno de los ladrones, quien nos amenazaba con un martillo mientras ...